Por Becky Rubinstein F
Longeva, además de imprescindible en el mundo de las Bellas Ates, decimos mundo y no mundillo, sinónimo de pequeñez, acaso de empequeñecimiento. Quien la conoce en persona, acaso en su múltiple y dramáticamente atractiva obra pictórica además de escultórica, podrá felicitarse por su magnífica suerte. Lejos de los reflectores, me felicito por haberla conocido en persona en México, durante una de tantas magníficas FILIJ que han hecho historia. También tuve la oportunidad de verla en Basilea, durante uno de los congresos del IBBY mundial.
Más allá de haber tenido la suerte de entrevistarla para «Vagón Literario» del 2003 ––revista que vio la luz en México y que se difundió en Colombia, Ecuador, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y Centroamérica–– Pacovska tuvo la fortuna de viajar a través del papel y de la tinta en «Vagón literario nº 9…».
Hablar de una grande, no solo se relaciona con edad cronológica. Hablar de una grande como Kveta, nacida en el simbólico 28 de julio de 1928 en la mágica ciudad de Praga, nos alegra el corazón. Se trata de una artista completa sin parangón: cabe mencionar que la Señora con mayúsculas es pintora, escultora, ilustradora, editora, escritora… Hace collage y trabaja el papel. Su perfil es perfecto, y por qué no, envidiable. Nos encanta cuando sonríe, cuando medita lápiz en mano, imaginamos, que sobre el arte de improvisar y no ser una improvisadora. Su carrera, empezando por sus estudios en Artes Aplicadas, como si se tratara de una carrera dentro de un último modelo pintado de rojo, al parecer su color favorito, nos eleva: basta contemplar detenidamente su obra y sacar conclusiones y dejarnos volar entre las nubes de color.
Artista desde pequeña, gracias a una abuela, al parecer no menos inquieta que la plural artista, con quien horneaba galletas en forma de casas, edificios, acaso escuelas, acaso almacenes, acaso la vida misma. Mientras jugaba con las formas, los colores venían a su mano y voilá, la magia se hacía realidad, tan real como los grandes de la literatura del siglo XX como Picasso, Chagall, Kandinsky, Klee…
Del hogar cálido pasó a las luminarias: se volvió estrella, y sus sinceros y alborotados admiradores (por tanto rojo, azul, verde, amarillo) se multiplicaron. Entre ellos, padres de familia y sus pequeños, maestras de escuela y sus discípulos… Su obra puede enmarcarse y colgar de algún museo de arte moderno.
En entrevista, Kveta comentó acerca de su obra: «Mi vida entera la he dedicado a la pintura, a la escultura, a la hechura de libros. Además de la pintura, mi obra incluye gráfica, artes aplicadas e ilustración; dibujo, pinto… Me encanta el juego entre la imagen y el texto». La palabra juego estalla en el aire cual cohete: la clave de su obra es el juego. No por casualidad la buscan, la adquieren y la llevan a las casas, bueno, a su obra, y cuando vienen en forma de libro álbum, mucho más.… Y cuando habla de Praga sus ojos brillantes se encandilan, sobre todo cuando habla acerca de «El estilo románico y gótico de muchas de sus construcciones y fachadas, como la de la antigua universidad que data del siglo XI». En síntesis: la artista se alimenta de lo propio y cercano, así como del arte contemporáneo. Cuando nos enteramos que el padre de Kveta era cantante de ópera, nos elevamos ––valga la metáfora auditiva además de visual–– tomados del mango de un abarcante paraguas. ¡Bravo! ¡Albricias! También para la madre de Kveta, maestra de gramática, quien, seguramente, le enseñó los colores básicos de su obra plástica que semeja juguete, como en grün, rot, alle, donde se juega a rabiar con el color arrebatado, por el color y las formas… Kveta no es ajena a la simbología del color: para la nonagenaria, casi centenaria, el verde es vital y el rojo, sinónimo de alegría. Obviamente maneja el negro ––como fondo–––y el blanco, toda pureza (…) En bloque crean nuevas dimensiones, armonía, desarmonía, sinfonías, óperas y libros para niños. La realidad puede vislumbrarse en capas, como una cebolla ––imaginamos––. Sus libros son interactivos, inclusivos, invitantes: un singular regalo. Para nada indiferentes: basta darles una sola ojeada, para apropiárselos. Regalo de autora a lector–animador-regenerador, multitask.
¡Un libro con ventanas, qué lujo! ¡Un libro móvil que muevo a mi voluntad! En cuanto al lenguaje del libro que tengo en mis manos… hasta dan ganas de aprender alemán para entender del todo, TODO del libro adquirido en Basilea… Está escrito en el idioma que Kafka empleó –pensamos– para jugar a la gran literatura, que él disminuyó sin imaginar su total trascendencia.
Ahora, una pregunta ad hoc: ¿Kveta alguna vez imaginó que estaba haciendo historia, que sería singular e incluso única; que sería traducida a otros idiomas, como al español, por ejemplo? Kveta envía un mensaje a la gente de México: «Me encantaría que gocen con mis libros… Les deseo lo mejor y que se diviertan con mis esculturas de papel». ¿Tan solo esculturas? Resultan, sin exagerar, obras de arte para jugar, manipular, y de paso, aprender…
Su obra habla por sí sola: de acuerdo a sus palabras, recuerda para bien las ilustraciones para Los cuentos de Grimm, publicado por Albatrós (1984), Los juegos de medianoche, publicado por Neugebauery, y El alfabeto, publicado a su vez por Ravensburg (1996). Obviamente, sus ilustraciones son la mar de cómicas, imaginativas además de originales, cortados por tijeras únicas, irrepetibles. Por ejemplo. En El alfabeto, la letra S está constituida por dos manzanas, una adelante, otra atrás; la letra C es una luna-trompeta; y la letra A es un triángulo con un muñeco a color, made by Kveta.
Y si de datos duros presumimos, sacamos a colación algunos de los múltiples premios otorgados a la plural y prolífica artista, además de poliédrica, como:
La Manzana de Oro de la Bienal Internacional de Bratislava (1983)
El Gran Premio Cataluña di Barcelona (1982)
El Gran Prix Allemand de la Lettre d’Or de Franckfort
El Premio Memorial Astrid Lindgren, Ministry of Culture Award for Achievement in the Field of Visual Arts
The Hans Christian Andersen Award for Illustration, IBBY Internacional, 1992
El Silver Brush (1993)
El Gutemberg Price (1997)
Entre un gran ETCÉTERA.
Bibliografía
Vagón Literario, “Literatura e infancia para el adulto de habla hispana”, nº 9, ¿De qué te ríes?, Alfaguara infantil, grupo editorial Santillana, 2003